La polémica prisión de Guantánamo cumple 20 años en medio de promesas de EE.UU. para cerrarla
Este martes se cumplen 20 años de la llegada de los primeros prisioneros al centro de detención estadounidense de Guantánamo, y un grupo de expertos de la ONU en derechos humanos ha condenado las "violaciones implacables y continuas" de las garantías fundamentales de los detenidos, por lo que pidió al Gobierno de EE.UU. cerrar el centro carcelario y liberar a los detenidos o entregarlos a terceros países.
Washington abrió esa prisión poco después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 como un lugar al margen del Derecho Internacional para poder encarcelar, en teoría, a combatientes enemigos, terroristas y personas relacionadas directamente con los atentados. El 11 de enero de 2002 llegaron a esas instalaciones militares los primeros prisioneros.
"El tipo de personas detenidas en Guantánamo incluye a terroristas, guardaespaldas de Osama bin Laden, fabricantes de explosivos, financieros, terroristas suicidas. No son criminales comunes, son asesinos determinados", dijo en junio de 2005 el entonces secretario estadounidense de Defensa, Donald Rumsfeld.
"EE.UU. pagaba por los prisioneros"
Sin embargo, pronto comenzaron las dudas sobre quiénes eran los reos, y bajo qué circunstancias habían sido capturados. "La frase 'lo peor de lo peor', dicha por Donald Rumsfeld, es un claro ejemplo de cómo un alto cargo miente para persuadir a la gente de que esa era la verdad. Pero el hecho es que EE.UU. estaba deteniendo a prisioneros sin realmente saber quiénes eran, para empezar, no eran capturados en el campo de batalla. En muchos casos, los capturaban aliados o incluso eran vendidos. Washington pagaba por prisioneros", recuerda Andy Warrington, periodista de investigación y especialista en Guantánamo.
Las irregularidades se repitieron de manera constante, así como las denuncias de torturas, calificadas por el Pentágono como "técnicas de interrogación mejoradas". Prácticas que incluían la depravación del sueño, la exposición al frío o al calor extremo, alimentación forzosa por sondas nasales, o la infame técnica conocida como 'waterboarding' donde se ahogaba al interrogado.
Pese a las torturas, con el paso de los años se fue confirmando que la gran mayoría de los casi 800 reos que han pasado por la prisión no suponían una amenaza real. Es más, la gran mayoría ni siquiera fueron acusados de ningún delito. Es por ello que el número de presos se fue reduciendo drásticamente. Más de 500 fueron liberados o transferidos durante la Administración de George W. Bush, otros 197 en el Gobierno de Barack Obama.
Precisamente este último insistió en la necesidad de cerrar Guantánamo, no solo por su alto coste y sus implicaciones legales, si no por ser contraria a los valores del pueblo estadounidense. "Mantener abierta esta prisión es contraria a nuestros valores, debilita nuestra posición en el mundo. Es una mancha en nuestra trayectoria de respeto al Estado de derecho", dijo Obama en febrero de 2016.
"Prisioneros eternos"
Pese a que Obama firmó una orden Ejecutiva para clausurar el centro de detención, se topó con la negativa del Congreso. Con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca regresó la promesa de cerrar Guantánamo. Sin embargo, a finales de 2021 el mandatario firmó la Ley de Defensa que prohíbe el uso de fondos públicos para la liberación o transferencia de presos de Guantánamo a otros países.
En la actualidad hay 39 reos en esa prisión, cinco de ellos acusados de estar detrás de los atentados del 11-S y que aún están esperando juicio. Sin embargo, hay presos que, sin ser acusados de ningún delito quedan atrapados en un eterno limbo legal.
"Se les describe como 'prisioneros eternos' porque EE.UU. clama que puede retenerlos para siempre sin juicio. No se aprueba su liberación tampoco. Son gente que EE.UU. asegura que los pueden retener para siempre. La Prisión de Guantánamo es una aberración moral, legal y ética. No debería existir en absoluto, en un país que asegura ser un Estado de derecho. Es una prisión que podríamos ver en una dictadura", comenta Andy Warrington.
Así pues, no hay certezas sobre qué ocurrirá con la prisión de Guantánamo en un futuro cercano. Lo que sí parece claro es que, más que perseguir culpables, Washington sigue huyendo de la legalidad y la justicia.