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Deforestación cero y defensa de los pueblos indígenas: los retos de Lula en la Amazonía brasileña

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La semana que viene, el presidente electo viajará a la COP27 en Egipto, donde pretende retomar el protagonismo de Brasil en la lucha contra el cambio climático.
Deforestación cero y defensa de los pueblos indígenas: los retos de Lula en la Amazonía brasileña

Retomar el protagonismo de Brasil en la lucha contra el cambio climático, deforestación cero en la Amazonía, combate a la minería, la extracción de madera y otras actividades ilegales o defensa de los pueblos indígenas. Luiz Inácio Lula da Silva quiere marcar una nueva era en la relación de Brasil con la salud planetaria, a pesar de la herencia dejada por Jair Bolsonaro, quien para muchos convirtió al gigante megadiverso en un paria ambiental.

Y para ello ha empezado con gestos muy simbólicos: ha escogido la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático 2022 (COP27), que reúne a representantes de casi 200 países en Sharm el Sheij, en Egipto, para mandar un mensaje de cambio, intentar retomar acuerdos comerciales paralizados y conseguir más apoyos internacionales.

Una de las primeras cosas que hizo Bolsonaro durante la transición del gobierno en 2018 fue retirar la candidatura de Brasil para albergar la COP25 en 2019. La prensa ya asegura que Lula acaparará todos los focos –dejando al equipo de Bolsonaro en la sombra– y que aprovechará el evento para proponer que la próxima conferencia se celebre en el gigante latinoamericano. 

También se espera que anuncie allí el nombre de su titular de Medio Ambiente, una cartera estratégica, que a menudo choca con los intereses del pujante agronegocio de Brasil, uno de los mayores exportadores mundiales de alimentos.

"Brasil está listo para retomar su protagonismo de lucha contra la crisis climática", aseveró Lula en su primer discurso tras vencer los comicios.

El futuro mandatario ya ha dicho que uno de sus primeros actos de gobierno será revocar decisiones perjudiciales para el medioambiente que Bolsonaro pudo aplicar sin pasar por el Congreso Nacional. Esas medidas que tumbará se irán conociendo en la transición entre ambos gobiernos, que comenzó sus trabajos oficialmente este lunes.

Lula, además, ha prometido crear un ministerio exclusivo para asuntos indígenas, cuyos pueblos están esparcidos por la Amazonía y son considerados los mejores guardianes del medio ambiente.

Un alivio 

La victoria electoral del patriarca de la izquierda fue recibida entre los ambientalistas dentro y fuera de Brasil con un gran alivio después del mandato del excapitán ultraderechista, un escéptico del calentamiento global: en sus tres primeros años, la deforestación avanzó un 73 % consecuencia, según los analistas, de su discurso a favor de la explotación comercial de las áreas protegidas, que generó una sensación de impunidad entre los criminales ambientales, y de sus recortes de recursos a los órganos de vigilancia.

Tras el triunfo de Lula, países como Noruega y Alemania anunciaron rápidamente la semana pasada su deseo de desbloquear los fondos para la preservación de la Amazonía. En 2019, estos dos países –que han aportado más de 500 millones de dólares– congelaron cerca de 35 millones de euros ante la negativa de Bolsonaro de frenar la deforestación.

En Egipto, adonde viajará el día 14 después de ser invitado personalmente por el presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, Lula podría reunirse con el presidente de EE.UU., Joe Biden, con el secretario general de la ONU, António Guterres, o el mandatario francés, Emmanuel Macron. 

Lo de Macron es también muy simbólico. El presidente francés, cuyo país, con la Guayana francesa, es uno de los nueve que integran la Amazonía, aunque con menos del 2 % de su territorio, fue el principal crítico de las políticas de Bolsonaro en relación al medioambiente. Eso le valió, en agosto de 2019, un grave enfrentamiento con el mandatario ultraderechista, después de publicar en Twitter una foto de la selva amazónica en llamas con el mensaje de: "Nuestra casa se está quemando".

En ese entonces, las disparadas cifras de deforestación y de incendios en la Amazonía, así como en otros biomas como el Pantanal o el Cerrado (la sabana), habían desatado la indignación entre gran parte de la comunidad internacional, sobre todo al ver que Bolsonaro negaba la evidencia con frases como: "Un bosque tropical no se incendia".

La devastación amazónica no es tan solo un producto de Bolsonaro, quien llegó al poder aliado con los lobbies del agronegocio, entre otros, y con la promesa de que no iba a demarcar ni un centímetro más de reserva indígena, cosa que cumplió a rajatabla.

En los primeros años del mandato de Lula, las cifras de deforestación llegaron a estar por encima de las actuales, pero al cabo de sus dos períodos en el Palacio de Planalto habían caído un 67 %.

Cultura de la impunidad

El mandato de Lula arrancará en enero, pero los eventuales resultados positivos de su gestión tardarán en verse, porque, según los especialistas, la cultura de impunidad en esa vasta región del tamaño de Europa se ha profundizado en estos cuatro años y eso ha estimulado la aparición o el arraigo de las mafias dedicadas a explotar sus ricos recursos.

El líder del Partido de los Trabajadores (PT) deberá conjugar el desarrollo económico sostenible en una de las regiones más pobres de Brasil.

"La elección de Lula en lugar de Bolsonaro es un gran alivio para todos los que se preocupan por la selva amazónica y las poblaciones que dependen de ella. Ofrece la perspectiva de mejoras urgentes al medio ambiente, la protección de los pueblos indígenas y la recuperación de la ciencia, la educación y otras áreas", declaró a Amazonia Real el investigador del Instituto de Investigación Amazónica (INPA), Philip M. Fearnside.

Pero Fearnside hizo hincapié en la importancia de enfatizar que esta victoria no significa que la Amazonía esté 'salvada' y que "la vigilancia y la presión constantes ya no son necesarias para evitar impactos mayores en la región". 

Para Márcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima, Lula tendrá además el desafío de frenar "el paquete (de medidas) de retroceso ambiental que está a punto de ser votado" en el Congreso, donde a partir de 2023 contará con una gran presencia del bolsonarismo y sus aliados. 

"Si se aprueba, hará que la misión de reducir la deforestación, defender a las poblaciones indígenas, sea mucho más difícil. Y eso tiene un impacto directo en la violencia rural y las altas tasas de deforestación", advirtió.

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