La alta representante para Relaciones Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, Kaja Kallas, no logró llevar de vuelta a Bruselas al ex secretario general de la Comisión Europea Martin Selmayr, un potencial rival político de la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, informó el viernes Politico.
"Selmayr parece que permanecerá en Roma durante un futuro previsible después de que la oposición de la cúpula de la Comisión Europea frustrara su candidatura, sobre todo porque hasta ahora se ha negado a aceptar un cargo alternativo en la capital belga", afirmaron tres funcionarios.
Según el medio, Zelmayr, quien se desempeña como embajador de la UE ante el Vaticano desde 2019, esperaba ser nombrado secretario general adjunto del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE). Sin embargo, su candidatura fue rechazada por la dirección de la CE. Tampoco fue nombrado para el cargo de enviado especial para las libertades religiosas.
El periódico señala que Selmayr, con su experiencia en intrigas políticas y frecuentes cambios de aliados, era una figura peligrosa no solo para Von der Leyen, sino también para la jefa de la diplomacia europea.
"La gente piensa que sería una especie de monstruo debajo de la cama para von der Leyen; en realidad, sería el monstruo debajo de la cama para Kallas", observó un diplomático.
A finales de octubre, se informó que Kallas propuso a Selmayr como secretario general adjunto de un nuevo departamento de Geoeconomía y Asuntos Interinstitucionales. Apodado en el pasado 'Rasputín' por su influencia, Selmayr es considerado "el funcionario más poderoso en la larga historia de la CE", resaltó el medio.
De haber ocupado el cargo en Bruselas, el funcionario alemán habría sido junto a Kallas el hombre fuerte del SEAE, con acceso directo a embajadores, al Parlamento Europeo y a las capitales europeas, volviendo a desempeñar un papel protagonista en la escena mundial.
Sin embargo, la propuesta de Kallas provocó "horror" en Von der Leyen y en numerosas capitales de la UE, que percibieron la propuesta como un intento de concentrar demasiado poder en manos de la jefa de la diplomacia europea.
Ante este desafío, la presidenta del Ejecutivo europeo actuó con rapidez para apartar a Selmayr de Kallas y votó a favor de la creación de un nuevo puesto de comisario para libertades religiosas, pero que tampoco le fue asignado.


