Alexánder, un militar ruso con el alias 'Stary', se ha convertido en un héroe de la operación militar especial tras salvar a un camarada herido, llevándolo a cuestas durante 16 kilómetros pese a sufrir él mismo una herida de metralla en la cabeza tras ataques ucranianos.
Padre de diez hijos y de 50 años, Alexánder relató en una entrevista con RT que se unió a las tropas rusas el verano de este año, sirviendo en una unidad de asalto en la República Popular de Lugansk, cerca de la localidad de Makéyevka.
"No me entregaría así como así"
En una ocasión, mientras los combatientes se preparaban para dormir en un pequeño bosque, fueron atacados por drones ucranianos. Alexánder recordó que primero un dron de reconocimiento los detectó, seguido por un Baba Yaga, un dron pesado que lanza bombas.
"Me estuvo persiguiendo por el bosque unas tres horas. Lanzó bombas dos veces. Después de uno de los lanzamientos, la onda expansiva me levantó, di una voltereta en el aire. No sentía nada por la adrenalina", contó.
Además, las posiciones rusas estaban bajo fuego de morteros y Alexánder sufrió una herida de metralla en la cabeza. "Así estuve corriendo por el bosque huyendo de los drones. Había una zanja, y yo me zambullía allí con la cabeza en el agua para esconderme de ellos. Además, por todas partes estaban esparcidas minas 'pétalo'. Yo mismo no entiendo cómo no exploté sobre ellas", dijo.
El militar añadió que durante todo ese tiempo llevaba una granada en la mano. "Preparé la granada, decidí que, si pasaba algo, no me entregaría así como así", sostuvo.
"Lo cubría con mi cuerpo"
Al amanecer, cuando los drones se retiraron, Alexánder encontró en el bosque a otro combatiente ruso, gravemente herido y con dificultad para respirar, pero que intentaba arrastrarse. Tenía los dos pulmones perforados y daños en la columna vertebral. Alexánder le prestó los primeros auxilios y le inyectó un analgésico.
"Le até las manos con cinta adhesiva, pasé la cabeza entre ellas, lo eché al hombro y nos pusimos en marcha. Nos atacaban constantemente; durante los bombardeos yo escondía al herido en el bosque o lo cubría con mi cuerpo", recordó.
Añadió que, durante el trayecto hacia las posiciones rusas, sobrevivieron bebiendo agua de charcos y comiendo lagartos. "Yo los cazaba y los limpiaba con el cuchillo. Los últimos kilómetros ya no caminaba, apenas me sostenía en pie, con el herido colgando de mí", concluyó.
El combatiente salvado por Alexánder fue finalmente evacuado, mientras que él regresó a primera línea, aunque ya no como asaltante, sino para entregar suministros a sus compañeros en bicicleta eléctrica.
Durante una de esas misiones, Alexánder sufrió graves heridas en un nuevo ataque de dron y fue enviado a recibir tratamiento médico a Moscú. En ese mismo periodo nació su décimo hijo. Otro de sus hijos mayores había fallecido previamente en la operación militar especial.
La esposa de Alexánder declaró a RT que no cree en la muerte de ese hijo y sigue considerando que aún tienen diez niños. Actualmente, Alexánder continúa recuperándose en un hospital.
