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Operación sin precedentes: cómo se destruyen las armas químicas sirias
Desde finales del año pasado el Mediterráneo es escenario de una operación militar internacional sin precedentes: la destrucción de las armas químicas sirias. Se desarrolla en varias etapas que le detallamos a continuación.
El primer lote de armas químicas ya abandonó el territorio sirio. Fue transportado desde dos almacenes en camiones blindados y escoltado por militares rusos hasta la ciudad portuaria de Latakia, donde embarcó en un buque especial danés, de acuerdo con el plan aprobado por la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).
El barco lo escoltan buques proporcionados por Dinamarca y Noruega, y el lugar de la operación está protegido por buques de guerra y aviones de reconocimiento de Rusia, Reino Unido, EE.UU. y China, el más potente de los cuales es el crucero de misiles de propulsión nuclear ruso Piotr Veliki. A bordo del buque ruso se encuentra también el mando que coordina estos esfuerzos internacionales.
Los productos químicos más peligrosos de los arsenales sirios tenían que abandonar el país árabe antes del 31 de diciembre, pero la falta de seguridad, las condiciones meteorológicas y otros factores impidieron implementar esta etapa de la operación en los plazos acordados.
De momento, Reino Unido y Alemania están dispuestos a destruir parte de estos arsenales en su territorio, aunque el plan inicial prevé llevarlo a Italia y entregarlo a militares estadounidenses, que procedirán a su destrucción a bordo de una nave especial. Está planeado que esta parte de la operación se llevará a cabo en aguas internacionales del mar Mediterráneo.
Mientras tanto, el barco estadounidense Cape Ray, encargado de esta parte de la operación -con el equipo necesario a bordo y una tripulación mixta de 35 marineros civiles y 64 especialistas químicos del Ejército estadounidense-, acaba de realizar pruebas finales en el mar. En los próximos días la nave zarpará de Portsmouth, Virginia, según el Pentágono. Se espera que el barco tardará unas dos semanas hasta llegar a su destino final en el Mediterráneo.
La carga a destruir consiste en las llamadas 'sustancias químicas prioritarias de clase 1.ª', es decir, aquellas que permiten fabricar gases letales. Suma medio millar de toneladas y tiene que haber desaparecido el 31 de marzo de 2014. Los productos de la segunda categoría, llamados 'básicos', no sirven, por sí solos, para la guerra química. Similares a los empleados en la industria química, pueden ser destruidos con más facilidad. En el caso sirio, el plazo impuesto para su destrucción por el pacto firmado entre Rusia y Estados Unidos es el 30 de junio de 2014.
Hoy en día en el mundo existen dos principales enfoques tecnológicos para la destrucción de agentes químicos: mediante su neutralización por reacciones químicas y a través de su combustión directa. Uno de los requerimientos principales para esta operación –la seguridad para las personas y el medio ambiente– solo se puede garantizar mediante el uso de un moderno método de destrucción en dos etapas desarrollado por científicos rusos.
Esta tecnología supone destruir los agresivos químicos en dos etapas: en la primera, por hidrólisis, es decir la destrucción por la exposición a un agente químico; y en la segunda, sometiendo la masa resultante a un tratamiento térmico en un horno de calcinación que alcanza temperaturas de hasta 1.000ºC.
El barco lo escoltan buques proporcionados por Dinamarca y Noruega, y el lugar de la operación está protegido por buques de guerra y aviones de reconocimiento de Rusia, Reino Unido, EE.UU. y China, el más potente de los cuales es el crucero de misiles de propulsión nuclear ruso Piotr Veliki. A bordo del buque ruso se encuentra también el mando que coordina estos esfuerzos internacionales.
Los productos químicos más peligrosos de los arsenales sirios tenían que abandonar el país árabe antes del 31 de diciembre, pero la falta de seguridad, las condiciones meteorológicas y otros factores impidieron implementar esta etapa de la operación en los plazos acordados.
De momento, Reino Unido y Alemania están dispuestos a destruir parte de estos arsenales en su territorio, aunque el plan inicial prevé llevarlo a Italia y entregarlo a militares estadounidenses, que procedirán a su destrucción a bordo de una nave especial. Está planeado que esta parte de la operación se llevará a cabo en aguas internacionales del mar Mediterráneo.
Mientras tanto, el barco estadounidense Cape Ray, encargado de esta parte de la operación -con el equipo necesario a bordo y una tripulación mixta de 35 marineros civiles y 64 especialistas químicos del Ejército estadounidense-, acaba de realizar pruebas finales en el mar. En los próximos días la nave zarpará de Portsmouth, Virginia, según el Pentágono. Se espera que el barco tardará unas dos semanas hasta llegar a su destino final en el Mediterráneo.
La carga a destruir consiste en las llamadas 'sustancias químicas prioritarias de clase 1.ª', es decir, aquellas que permiten fabricar gases letales. Suma medio millar de toneladas y tiene que haber desaparecido el 31 de marzo de 2014. Los productos de la segunda categoría, llamados 'básicos', no sirven, por sí solos, para la guerra química. Similares a los empleados en la industria química, pueden ser destruidos con más facilidad. En el caso sirio, el plazo impuesto para su destrucción por el pacto firmado entre Rusia y Estados Unidos es el 30 de junio de 2014.
Procedimiento de destrucción
La destrucción en alta mar es controvertida por los riesgos derivados de un posible vertido químico al agua. El hecho de que la operación de carga del arsenal tenga lugar en el Mediterráneo, prácticamente un mar interior, es un problema añadido. De ahí que las unidades móviles transportadas por el buque Cape Ray sean herméticas, de titanio, y utilicen la hidrólisis para destruir los gases. El método consiste en añadirlos a otra sustancia que permita que se conviertan en un residuo tóxico y líquido, pero más fácil de limpiar, aseguran fuentes de la OPAQ.Hoy en día en el mundo existen dos principales enfoques tecnológicos para la destrucción de agentes químicos: mediante su neutralización por reacciones químicas y a través de su combustión directa. Uno de los requerimientos principales para esta operación –la seguridad para las personas y el medio ambiente– solo se puede garantizar mediante el uso de un moderno método de destrucción en dos etapas desarrollado por científicos rusos.
Esta tecnología supone destruir los agresivos químicos en dos etapas: en la primera, por hidrólisis, es decir la destrucción por la exposición a un agente químico; y en la segunda, sometiendo la masa resultante a un tratamiento térmico en un horno de calcinación que alcanza temperaturas de hasta 1.000ºC.
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