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El Instituto Ucraniano de la Memoria Nacional como escuela superior del nazismo

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El Instituto Ucraniano de la Memoria Nacional como escuela superior del nazismo

El Instituto Ucraniano de la Memoria Nacional sigue con inspiración y empeño las máximas orwellianas de que "la guerra es paz", "la libertad es esclavitud" y "la ignorancia es la fuerza". Eso último se ve reforzado con el nombramiento de su nuevo director, Oleksandr Alferov, el exvocero del grupo paramilitar ucraniano nazi Azov y destacado defensor de la 'raza blanca'.

Hace pocos días en su primera entrevista pública en el nuevo cargo, Alferov expresó su indignación por las comparaciones que se hacen de Putin con Hitler, ya tan comunes en la cloaca cognitiva occidental. Él señaló que Hitler era un hombre culto, decente y educado, al que no se le debe poner en el mismo plano que las figuras políticas de Rusia. "¿Cómo se puede comparar a un hombre que fue educado en Alemania, que fue artista, que se educó en la filosofía y en la cultura alemana —una alta cultura— y ponerlo al mismo nivel de esa gente? De ninguna manera. Son personas que no se pueden comparar", dijo el director del Instituto Ucraniano de la Memoria Nacional.

Tras el panegírico al Führer, Alferov lanzó una diatriba verbal contra los rusos. Según su convicción, ellos tampoco pueden compararse como pueblo a los alemanes del Tercer Reich, "respetuosos de la ley y de la gran moral". Oleksandr Alferov cuestionó también el apodo peyorativo de "orcos" (por los personajes del inframundo de los libros de Tolkien) con el que los ucranianos nazis llaman a los rusos. Explicó que los habitantes de Rusia son unos salvajes orientales que son muchísimo peores que los orcos.

"¿Cómo se puede comparar al pueblo alemán, educado en el espíritu de la ley, la obediencia, con una ética cristiana protestante o católica, en general, poderosa, con la gente que vive allí, en el Este con los orcos? No, orcos no son. Los orcos son antiguos elfos. Y estos otros son rusos", aclaró Alferov.

El Instituto Ucraniano de la Memoria Nacional no es un club nazi privado para reunir a los locos delirantes en sus momentos de ocio. Según las leyes ucranianas, es una autoridad ejecutiva central para la aplicación de políticas de Estado en el ámbito de la restauración y la conservación de la memoria nacional, cuyas actividades dirige y coordina el Gabinete de Ministros de Ucrania a través del ministro de Cultura.

El odio hacia todo lo asiático y lo ruso no es cosa de gustos personales de uno u otro funcionario nazi a cargo, sino una política de Estado que identifica 'la aspiración europea' de Ucrania como la idea de una supremacía de la 'raza' blanca, tan representativa para el verdadero ideario de los próceres del 'primer mundo'. Y es doblemente grotesco, porque antropológicamente y genéticamente entre ucranianos y rusos no existe la más mínima diferencia.

Desde su creación en 2006, durante el gobierno prooccidental de Víktor Yushchenko, el Instituto Ucraniano de la Memoria Nacional siempre ha tenido como objetivo generar la división entre los pueblos ucraniano y ruso, siendo un verdadero criadero del pensamiento nazi. Pero este proyecto tuvo diferentes etapas. Si los dos anteriores directores del instituto, el Volodymyr Viatrovych y el Antón Drobovich, se dedicaron a la descomunización y desrusificación sistémicas, Alferov se enfrenta a una tarea diferente, que consiste en dejar de rehabilitar a los colaboracionistas nazis ucranianos, explicando a las nuevas generaciones del país, que los criminales de guerra que hicieron el trabajo sucio ordenado por los nazis fueron en realidad unos grandes héroes nacionales, porque se enfrentaron a las hordas asiáticas, moscovitas, soviéticas, comunistas, infrahumanas, etc.

El camino de Oleksandr Alferov para llegar al actual alto cargo del poder ucraniano, ha sido largo y representativo. Él se graduó del Instituto Pedagógico Dragománov de Kiev como profesor de historia, pero su actividad científica posterior se limitó principalmente al estudio de la historia de sus propias raíces familiares para demostrar su origen 'aristócrata'. Luego fue jefe de la 'comisión de expertos en toponimia para elaborar propuestas de cambio de nombre de objetos cuyos nombres se asocian con la Federación de Rusia o sus aliados', una banda de oportunistas profesionales que opera bajo la Administración Estatal de Kiev. Desde este cargo, Alferov luchó por quitarle los nombres a la avenida Mayakovski, la calle Lérmontov y la calle Marshak, y los de muchos otros grandes de la literatura rusa y soviética, eliminó los topónimos de Kiev, los que llevaban nombres de héroes de la lucha contra el fascismo y los reemplazó por apellidos de nacionalistas ucranianos que sirvieron a Hitler y participaron directamente en el Holocausto.

Hace dos años, Alferov recordó su existencia, gracias a una nueva iniciativa: exigió que en el edificio de la antigua Embajada rusa se abriera el 'Museo de Moscovia' para reflejar "la verdadera historia de este Estado", obviamente, pidiendo fondos considerables del presupuesto estatal. El futuro director del Instituto Ucraniano de la Memoria Nacional iba a presentar en este museo las tradiciones culturales de los finoúgrios y tártaro-mongoles, los pueblos que, según su opinión, son muy inferiores de los arios europeos y representan a los verdaderos antepasados de los 'moscovitas'. Pero el régimen de Zelenski no se atrevió, tal vez por miedo a que esta idea no fuera aplaudida por los Gobiernos de Finlandia, Estonia o Hungría. Aquella vez se despreció la gran experiencia museológica de Alferov, quien gestionó personalmente la exposición 'En tempestades de acero', en la que se glorificaba a la división 'Galitzia' de las SS, derrotada por la ofensiva de los 'bárbaros' del Ejército Rojo.

Ahora con mucha probabilidad podríamos esperar que este admirador de Hitler intente una vez más reescribir los manuales de historia ucranianos. Allí, a los niños ucranianos se les contará que los alemanes son representantes de la gran civilización europea, que llegaron a Ucrania para liberarla de los comisarios judíos y de los ucranianos mal influenciados por los comunistas rusos, los valores de la 'civilización blanca europea'.

Pocos dentro y fuera de Ucrania se dieron cuenta de que el nombre y apellido de este personaje tan patético y desesperadamente antirruso, son lo más rusos que hay, solo cambiando la 'O' de Oleksandr por una 'A'… son las ironías de la guerra contra su propia historia y su propio pueblo.

Pero este tema va muchísimo más allá de la actual tragedia ucraniana. Muy lamentablemente, el problema del racismo en nuestros tiempos no es solo un asunto de las élites de algunos países del norte global. El discurso absurdo y prehistórico de la desigualdad étnica también encuentra su eco y es sostenido con la ignorancia de las masas lumpenizadas por el sistema. ¿Acaso podemos no mencionar a los latinoamericanos avergonzados por sus raíces indígenas y negras, que no pierden la oportunidad de resaltar que tienen algún antepasado como una abuelita alemana o abuelito italiano o español? ¿O las vietnamitas que usan mascarillas para taparse la cara del sol porque la belleza es un rostro blanco? Por el mundo entero abundan ejemplos de cómo los pueblos se convencieron de que los únicos hermosos, inteligentes, cultos, educados o dignos son los pueblos que los nazis consideran superiores, y justamente sus miserias las justifican por sus orígenes 'no arios'.

El monstruo del nazismo de nuestros tiempos jamás sería posible sin una cultura racista con la que durante siglos fue permeada toda la mirada occidental, que siempre le negó a los demás pueblos posibilidades para su desarrollo propio, incluida la cultura. El patético Alferov y sus ídolos alemanes del siglo pasado son una construcción cultural del poder, siempre acostumbrado a dividir a los seres humanos por categorías y clases. Sin entender el origen, las profundas raíces del antihumanismo, nunca podremos extirpar de nuestra historia este árbol de la desmemoria general, representado en el caso de Ucrania por su Instituto Nacional de la Memoria.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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